Vengo ladeada, como si tuviera un pinche adentro de la
alpargata. Silenciosa y con la sonrisa atomizada parezco una de esas diosas egipcias
de mandíbulas talladas.
Así como estoy hace rato que voy pero tengo entre los
dedos la intriga del yendo.
Pasa que pasa de todo y a la vez es como si nada pasara. Pasa
que soy yo y también alrededor. Pasa que la historia pesa pero nada peor que saber
que lo que hoy pasa no regresa.
Y ahí ando como de prestado, alquitranada, desmaquillada
y atornillada, escribiendo no sólo por gusto sino también para no atomizarme yo y así poder
verme en la pantalla, leerme entrelíneas y desmenuzarme como si fuera otra para
comerme mejor.
Adjetivos no por favor. Yo ya me “adjetivé” bastante y
sacarme todo ese lastre no saben lo que me costó.
En fin, amén de todo quisiera algo de humor y si de pedir
se trata también me vendría bien un poco de sol. Y mientras espero el yendo decidí ir silbando bajito, casi distraída, casi haciendo como que no estoy.
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