28 de agosto de 2014

Hoja

Y como hoja al viento acelero y freno, hablo y hago silencio, camino y me siento.
Voy, sé que voy yendo y también sé el lugar concreto, pero los artilugios que está usando el destino por momentos me enloquecen hasta el desconcierto.
Me cuesta fluir con mi río, me cuesta mantenerme a flote cuando el agua es un menudo jaleo y cuando siento que en el esfuerzo se me va el aliento y el corazón me patea el pecho.
No resulta tan fácil soltar, en eso no me puedo mentir. Lo único que sé es que tuve la lucidez de darme un tiempo y hacerme un espacio para volver a caber dentro de mí.
Por eso creo que sólo me repito en la paciencia, en la espera y en la consecuencia de las cosas nuevas y, aun sabiendo que siempre van a estar, lucho por absolverme de las viejas.
Nada es igual, nunca nada es igual.
La vida no es predecible ni lógica y menos que menos, lineal.


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