Extraño
escribir tarde en la noche. Extraño mis pantuflas, mi bata fucsia y el material
silencio de la suave oscuridad de mi té negro.
La extraño a
Ella que hace rato me evita y no se pasea por mis letras.
Extraño la
ausencia de pasos y patas. Extraño las cortinas cerradas y ese rincón poco
iluminado en donde se hacían casi invisibles mis manos en el teclado.
Extraño llegar
tarde y, muerta de frío, correr a bañarme para sacarme el día de encima.
Extraño las
paredes pintarrajeadas, mi colección de latas, el pasto alto, el dormir sola
con la ventana abierta al sereno invierno y el viento helándome la nariz
durante el sueño.
Pero ¿en
realidad extraño o me extraña sentir lo que siento? La verdad es que me extraña
pero no me sorprende, sé que algunos recuerdos suelen vestirse de rosa con el
paso de los años y nada más que porque ya me ha pasado. Pero esta vez lamento
comunicarte querido pasado que ya no tengo los ojos velados. Sé que lo que
añoro no pintaba muchas sonrisas por aquellos días y aunque me hayas
transportado vaya a saber con qué objeto a una realidad dibujada, no necesité
más que un segundo para saberme engañada y desnudarte de toda artimaña.
1 comentario:
MUY BUENO AMALIA!!ME GUSTA MUCHO.
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