11 de junio de 2014

Desnuda y despojada

Ando incómoda, descolocada, ni acá ni allá, en el medio, sobra todo y nada alcanza, dislocada, alborotada, alérgica, vulcanizada, combativa, callada, inquieta, mandíbulas apretadas y manos crispadas.
Busco y no encuentro, dejo y me olvido, salgo y me guardo y cuando me quedo no me hallo.
Ando caminando un camino circular, distraída en mi laberinto personal, estudiando, esperando, repasando, cuestionando, comparando y negándome a negociar.
Estoy posesionada por la eterna posesión de la pertenencia, de las pocas y últimas pertenencias que no hacen más que hundir sus raíces en mi alma ya raída cuando ilusa, había creído que ya no las tenía.
Maldita cuestión “insolucionada” o hábilmente evitada que hace muchos años me fue señalada y por lo visto celosamente guardada y que ahora y de un golpe certero me para en el camino del “no poseo”.

Y a todo esto:
Un “ni” surge como respuesta a todo cuanto me pregunto.
Un “ni” cuyo objetivo es sostenerme en vilo.
Un “ni” que me obliga a la reflexión y al sigilo.
Un “ni” sin compasión que me para hoy frente a mi último y más duro bastión:
Mi amado y temido “yo”.


No hay comentarios: