1 de julio de 2013

Escombros e historia

Hace mucho que me estoy vaciando, varios años, nueve para ser exacta. Empecé afuera, intercalé con el adentro y navegué entremedio. Hubo momentos de oleaje intenso, otros fueron menos densos pero los cambios se notaron hasta en mi cuerpo. Las huellas son imposibles de ocultar, tengo marcados a fuego la piel y los huesos, pero mi alma, cansada y algo silenciosa, está intacta.
Cada día, desde la decisión del cierre, estoy menos llena de “cosas”, tirando los últimos lastres por la borda y desatando los cabos que me mantuvieron detenida en este puerto gastado y deshabitado, otrora mi refugio y mi nido, ahora vacío.
Parto casi sin nada, muy poco es lo que me llevo, en un ladrillo no están los recuerdos. Ellos viajarán en mis bolsillos adonde quiera que vaya y serán míos hasta que dé el último suspiro.
La puerta del “antes” rezonga mientras se cierra, como rezongan a cada paso mis piernas cansadas, mi espalda anquilosada y mis manos paspadas.

Algunas lágrimas ruedan por mis mejillas
y mis ojos verdes brillan
pero una mano cálida me sostiene,
es la otra mitad de mi vida.


1 comentario:

Laura Martin dijo...

Divino, la intensidad colmada de imágenes, como me tenés acostumbrada con este blog! te quiero!