26 de octubre de 2012

Cansancio

Estoy cansada, les juro que lo que tengo es puro agotamiento. No pienso, no puedo pensar y por más empeño que le ponga no logro ensartar nada en el collar.
Tengo un reguero de pólvora en los pies y un fósforo en la mano que no atino a prender. Destilado cansancio es lo que tengo, pero no es cansancio de sueño. Es el alma harta y el cuerpo en marcha automática. Quiero encontrarle una explicación a esto de no poder unir nada, porque la verdad es que estoy haciendo agua, mi vida está siendo baleada a mansalva y está llena de agujeros mi barca.
Estoy sola y encima a deshora y si me abstraigo, no puedo sino verme perdida, haciendo malabares en una esquina vacía, con el viento en contra y un millón de bolas danzantes y pícaras en el aire suspendidas.
Es todo tanto que me sorprendo arrastrando los pies, prendiendo dos cigarrillos a la vez y anotando cosas hasta el hastío en post-it rosaditos. Lo peor es que no los leo y los dejo ahí, pegados en lugares visibles y raros para después pasar de largo como si fueran parte del mobiliario.
Y es que hasta perdí la locura en el camino y para colmo de males no sé en qué parte del destino quedé desnuda y a los gritos.
No me dan las letras ni la cabeza pero de algo estoy segura: creo que le estoy buscando la vuelta a una porfiada y puta recta.

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

Cansado todo se ve torcido. La recta es un remanso. Sólo hay que saber tomarlo.