17 de octubre de 2012

En un tornado

Hace tiempo que camino por la vida tratando de acordarme de lo que olvido, buscando a tientas la concentración que he perdido, dibujando minutos lentos y días que pasan como un suspiro. Todavía conservo el humor eso sí, y también una hermosa cintura para esquivar los tiros.
Escribo para acomodar un poco las cosas y hago infinidad de listas, las tacho y después las rompo pero vuelven a aparecer, como por arte de magia, obstinadas e impecables, entre las hojas de algún libro.
No sé qué es lo que pasa, se me ocurre que si posara para un cuadro, me pintarían con el pelo revuelto pero peinado, con la cara apenas esbozada y las manos sobre las piernas cruzadas.
Y es que los 46 están llegando de costado y, atolondrados, descienden la pendiente trastabillando, y allá abajo el valle simula ser un espejismo lejano, y esta ruta por el abismo una real caída en picada desde lo alto.
Tengo cansada el alma y secas las lágrimas, creo que guardé las uñas negras pero no se me va el nudo en la garganta, es evidente que en alguna parte perdí el garbo y para no morir en el intento puse la mente en blanco.

Tengo una mezcla rara adentro
y el paso lento,
a las botas les huelga el taconeo
y a mí…
a mí me parece que esto es sólo el comienzo

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

Clarísimo. Toda una foto. Pude verte entre líneas.