11 de diciembre de 2011

La calma antes de la tormenta

En algún momento del día un destello la alertó y la hizo tomar conciencia de la rara calma que había en la superficie. Bastó esa luz y en un segundo ya estaba sumergida, buceando hacia su centro.
Se observa. Nota que está inquieta y a la vez abstraída y tan absorta que parece hipnotizada. Se ve arrastrando los pies como si le pesara una eternidad la vida, va caminando con el alma echa jirones en los brazos, y en sus labios se insinúa, apenas perceptible, una sonrisa, que inútil, trata de ocultar el agobio que se le dibuja sin disimulo en los ojos.
El círculo no se cierra y ya está cansada, el cuerpo casi no le responde, no escucha los susurros que tanto ama, el silencio hoy no la abraza, los cinco escalones de madera gastada dejaron de llamarla y la brisa que siempre la despeina está sentada en la arena, esperándola, triste y acongojada.

Hay dos ases en esta jugada,
y un problema.
Tiene uno en cada manga,
y no sabe cual tirar en la mesa…

2 comentarios:

mi bb dijo...

Yo tengo un cuatro, un seis y esta cara de poker tremenda.
Mano perdida.
Me recuesto en el respaldo de la silla y me quedo con lo único que importa:
una sonrisa y una buena puteada

Adriana Fernandez dijo...

El de espadas. Siempre el as de espadas.