Se deja llevar, se sumerge, mira lo que hay, siente el vacío, el nudo en la garganta, el puño ardiente apretándole el estómago y en la boca ese sabor amargo que deja la ira con sustancia.
Se detiene, la observa, tiene fundamento pero nadie tiene porqué saberlo. El precio es justo, nadie la obligó a parar en esa estación, es de Ella y no la escupe para afuera.
Hace años decidió que no hay tiempo que desperdiciar,
por eso el tren sigue andando,
por eso Ella no se detiene a esperar…
1 comentario:
Quizás, en esa estación paró para juntar fuerzas, no? Algo así como un obligado reabastecimiento.
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