21 de noviembre de 2011

Desgaste

Hoy está vestida de rojo, el color de la furia, el sabor de la sangre, el perfume de su rosa, el manto del torero, el atardecer de un día soleado, las llamas de su fuego, el malvón que hay en la ventana, el otrora color de su alfombra, hoy, descolorida y gastada.
Gira sobre sí misma y abre los brazos, el vestido arriba de las rodillas la muestra como una bailarina y sonríe. Mira alrededor, todo es un caos, las cosas vuelan locas y desesperadas buscando un lugar en donde descansar, pero Ella al fin logró saltar, salir del desastre y así es como pudo dejar de pintar el cuadro desquiciado y dar el gran paso. Está parada justo ahí, en el centro del huracán, en donde yace silenciosa y paciente la paz, porque en la periferia la confusión era tal, que se le escapaba la verdad.
El espejo se limpió y la refleja sin juzgarla. La sonrisa nunca abandonó su cara, tiene la piel hermosa y los ojos verdes y profundos de la calma.

Abre la puerta, camina descalza, baja los cinco escalones y pisa la arena tibia y blanca…

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

Cuánto color tienen siempre tus relatos. Me encanta jugar a imaginar cómo combinan... el verde de los ojos, la blancura de la arena, el rojo de la furia... Me encanta.