7 de octubre de 2011

Y acá está

Se siente aplastada y desorientada, hay un monstruo inmenso y silencioso que la acosa, la acobarda, la acorrala y le retuerce en la boca del estómago un puño de fuego ardiente que por más que cruce los brazos y apriete, el dolor sube hasta cerrarle la garganta y la vence.
Es que el día la pilló de sorpresa y la descentró, desarticulándola, por eso en un momento creyó haber perdido u olvidado algo, cuando en realidad es Ella la que está perdida por haberse olvidado en algún lado.
No hace frío afuera pero tiene el frío adentro, un frío que la persigue y la entumece, al punto de apenas escuchar los susurros que a deshora, le hacen trizas los dedos, en cada letra que llora.
Es tarde y el día ya no está, pero el vacío que siente la sigue, y le canta al oído silencios que Ella tarda en deletrear.

Cuando todo se oscurece y nada es lo que parece,
es cuando cae en la cuenta de que las sombras nunca se desvanecen.
Por eso tiene a veces estos días…

…pero es sólo a veces…

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

Las sombras no se despegan del cuerpo que les da origen. Si es el tuyo te persiguen por siempre, si es el de otro, desaparecen cuando ese otro ya no está. Qué lindo este post. De los más lindos.