Ya no cuenta las horas, porque desde que la vida la está llevando acurrucada en sus brazos desapareció el tiempo.
No hay encierro tampoco y se desvanecieron las sombras, las palabras y los fantasmas porque está todo abierto.
Tiene en este desierto su espacio, todo para Ella, y por eso se entrega, porque no le hace falta nada ahora que están echadas todas las cartas.
Sus lágrimas saladas se funden en el río
y etérea su alma forma parte del vacío…
(Ella se está dejando ir)
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