19 de enero de 2011

Luces

Sigue caminando en el bosque, aquel en el que se internó sin saber que no era el que recorría siempre, aquel que le mostró una tierra desconocida y otra brisa y olores de flores que nunca había olido…
Ahora conoce la cara de la mano que la lleva y mientras la ceguera de la distancia se va perdiendo, van apareciendo algunas luces que alumbran la noche y sus pasos por el sendero.
Todavía no sabe adónde va, pero no va sola y eso la tranquiliza, aún sabiendo que la mano que la guía tampoco sabe para dónde va.
De a ratos todo se angosta pero vuelve a abrirse iluminándoles los ojos, porque hay mil luces y mil oscuros, y mil olores y un millón de fantasmas…

Y susurrándose mieles al oído, recorren la senda de la mano, aún desconociendo el próximo paso, porque saben que se dirigen a su remanso, y que los impulsa la misma fuerza y el desafío del mismo atajo.

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

El desconcierto y el desafío haciendo amigos, eh?
Muy lindo, Amalia... me intriga y tengo suerte de estar leyendo tooooodo junto.