19 de octubre de 2010

Miradas

Se despierta confundida, siente que la observan. Mira alrededor, no hay nadie, no ve nada, sólo hay sol y una brisa suave perfumada de peligro y melancolía.
Dos ojos se le clavan en la nuca, son un puñal que la traspasa, por instinto se toca y después se mira la mano, nada, pero está inquieta.
Levanta la vista, otros dos ojos la miran fijamente desde la distancia, perforando sus pupilas. Se asusta, trata de levantarse pero no puede, es como si la hubieran clavado al piso, está presa, como si dos pesadas anclas estuvieran atadas a su cuello.
No entiende de dónde aparecieron ni cómo la encontraron, creyó haberlos dejado atrás hace mucho tiempo, pero hoy están acá, siendo un estorbo y una incongruencia sin palabras que la desorienta y la confunde.
No sabe qué hacer, no tiene escapatoria, el peso no le permite ni el más mínimo movimiento, y cada vez, las miradas se le clavan más hondo.
Le dicen que lo olvide, pero ella se niega a los gritos, porque si hay algo que decidió hace mucho tiempo, cuando los dejó, es que nunca lo iba a dejar a él.
Y en el momento en que lo nombra lo ve.

Juntos se alejan, entre ellos no hacen falta ni miradas…
Caminan, mientras vuela la tierra seca con cada pisada…

Ella, el Pasado y el Futuro. Y finalmente la salva el Presente

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

Me acabo de dar una panzada de vos. Gracias por la compañía, gracias por tu magia.