12 de octubre de 2010

Ella y Ella

Se sacó la ropa y los zapatos pero a Ella no puede sacársela de encima, por más que corra no logra perderla de vista y eso le molesta.
La enfrenta, está cansada, pero Ella se le ríe abiertamente en la cara, confundiéndola. No sabe qué hacer, ya se sacó todo, se sentó y esperó, caminó sin parar cruzando esquina tras esquina, corrió hasta que no le dieron más las fuerzas, pero Ella la alcanza siempre, sin perder la compostura la persigue y cada vez que se detiene y voltea, la siente como un capricho que la hostiga, la acosa y la arrincona.
Ya está harta, la increpa a viva voz pero es como toparse con una montaña, no hay respuesta, sólo una sardónica y muda sonrisa llena de ironía y de burla.
Decide ignorarla, pero es como ignorarse a sí misma, no lo logra, ni va a lograrlo en mil años por más empeño que le ponga, y lo saben, Ella y Ella.
Se rinde, se sienta en el escalón de madera tibia y suave, siente el sol en la cara y la brisa que le murmura al oído que ya se fue, entonces se relaja, sonríe y se entrega, parece que esta vez ganó la partida…

…pero cuando despierta la encuentra otra vez ahí, sentada al lado de ella, disfrutando el atardecer, y tan risueña que ya, raya el descaro…

Ella y su Sombra