29 de abril de 2023

¿Me hago cargo?

Mis relatos son auto referenciales, no hay manera de que en ellos no esté yo, y todos son reales, siempre desde mi perspectiva, mi percepción, mi emoción, mis “pensaciones” y mi análisis. Del primero que escribí hasta éste, todos tienen un detonante, una gota que colma el vaso, una chispa que prende el fuego, una palabra que invita a la reflexión o a la sonrisa y en todos hay uno o varios actores y, claramente, mis “yoes”.
En el caso de hoy una gota colma el vaso que derrama estas letras sobre el teclado, pero los protagonistas son varios, digamos que los fui cosechando con el paso del tiempo y, como a esta hora ya estoy tranquila y algo risueña, puedo decirles sin que me hierva la sangre que por lo que llevo cosechado la siembra ha sido cuando menos polémica.
No estoy cansada ni enojada, pero tampoco estoy contenta ni me disuelvo como una gota más en el océano zen de la paz, la verdad es que me invaden una mezcla de emociones que no dudan un segundo en incomodarme la existencia.
La vida insiste, ella debe saber porqué, en ponerme en el camino a personas que, sin excepción, me muestran la misma parte de mí.
Mi hija me dijo que hay quienes llegan a nuestra vida para que aprendamos a amar y hay quienes llegan para que aprendamos a amarnos.
Es evidente, y a las pruebas me remito, que yo no sé amarme. Eso no me lo enseñaron, no sé cómo se hace y reconozco que estoy aprendiendo a hacerlo de una manera cruel y dolorosa.
Ahora bien, me voy a hacer cargo solo de lo que me toca, por eso no voy a justificar nunca más y bajo ninguna circunstancia los actos ni las palabras de discapacitados emocionales y “odiadores” seriales.
En estos tiempos se habla de tolerancia o de poca tolerancia y no, no se puede tolerar todo ni tampoco se puede estar todo el día luchando contra todo. Las cosas tienen un límite y ese límite es el otro, sea quien sea, sea como sea, viva donde viva, sepa lo que sepa, se vista como se vista.
Hoy en día hay excusas para todo, y todo debe ser permitido y soportado en honor a la diversidad y a la mal llamada empatía.
Hablemos claro y seamos sinceros.
No podemos ir por la vida escudándonos atrás de mil y una excusas para justificar una actitud de mierda, porque afuera no hay nadie que se merezca ser blanco de tu mala educación, de tu falta de tacto, de tu poca civilidad, de tu irrespeto por la vida del otro, de tus fracasos, de tu acidez cerebral, de tu miedo, de tu debilidad devenida en falsa fortaleza, de tu escaso cuestionamiento y de tu analfabetismo emocional.
Sé que no puedo entender todo, saber todo, encontrarle una explicación y menos lógica a todo, soy consciente de esto, pero quiero decirle a la vida que me puede seguir mandando a toda la gente de mierda que quiera que yo no voy a dejar de ser respetuosa, ni voy a dejar de ofrecerles mi apoyo, ni voy a dejar de estar ahí a cualquier hora, ni voy a ser tibia. Quiero avisarle a la vida que me voy a seguir entregando completamente, pero que aprendí en este tiempo que si hace ruido es porque en algún momento se va a romper y la verdad es que la próxima, al primer ruidito que escuche, me voy a bajar de ese tren.
Mi verdad es que estoy a la mitad de mi vida y creo que con lo que viví tengo más que suficiente y si me quedo sola no me asusta en lo más mínimo, porque el precio por estar con gente mal barajada es demasiado alto y yo ya no quiero pagarlo.
Me cansé señores, sinceramente hoy tiré la toalla y con la fuerza que me quedaba me bajé del ring.
Ya estoy harta de moretones en alma, harta de venenos, harta de sentir asco, harta de llorar y encima tener que entender a toda esta gente involucionada, irrespetuosa y mal amueblada.
Y para terminar les confieso que se me acabó el miedo, porque ya lo usé todo, lo que al fin resultó ser maravilloso.

No hay comentarios: