2 de marzo de 2023

La mujer de la ventana

El último cigarro del día se paseó distraído hasta hace un rato por mis labios, con la luna creciente de testigo y el silencio como el más dulce de los abrazos.
Soy la mujer de la ventana. La que tiene siempre el pelo atado, la que mira sin ver al mundo que hay cuatro pisos abajo, la que soñó con ansia esta soledad que por momentos se pone espesa, sofocante y áspera.
Soy la mujer de la ventana. La que viste de negro, la que escucha a los que ya no están, la que tiene un cartel con letras rojas clavado en el corcho frente a la máquina que dice “todo es una pensación, respirá”.
Soy la mujer de la ventana. La de las uñas blancas, la que experimenta y prueba, la que habla sola, la que cuestiona.
Soy la mujer de la ventana. La que tiene tatuada una sonrisa en el alma, la que se quiere ir a vivir sola a la playa, la que ya no cree en la palabras.
Soy esa misma que se sube al auto y maneja para escapar, la que se va reciclando, la que ahora sabe que hay cosas y gentes que no quiere más.
Soy yo, la misma que viste y calza un luto elegido, la que confía, la que no hace planes, la que sabe que la experiencia es un diario viejo que no sirve porque nada se repite.
Y sí, soy yo la mujer de la ventana, la misma que, entre pitada y pitada, sonríe ante tanta propia y ajena “bizarrada”.

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