29 de marzo de 2023

Todo es una pensación

Hace días que no paseo mis letras y las extraño, pero voy a empezar como casi siempre: uñas blancas, pijama negro, un té que espera y un cigarro que recién se va.
Estoy incómoda hace tiempo. Tal vez sea el lugar, el vacío, el darle vueltas a un montón de cosas o el no encontrarle todavía la llave a una vida tan distinta a la que tenía.
Intento poner en práctica todo lo que sé, mientras que, con la paciencia de un tallador de diamantes, trato de no dar un golpe que rompa lo que conseguí hasta ahora.
No es cansancio, eso lo tengo claro. Es el desespero de quedarme en cualquier minuto sin aliento, es la ceguera de un camino lleno de curvas en una noche con tormenta y sin siquiera la luz de la luna.
Si me observara a la distancia una voz me diría al oído que no pasa nada, pero estoy demasiado cerca y esas palabras no llego a escucharlas.
Días como el de hoy merecen un estallido de furia, algo así como barrer con el brazo todas las fichas y las cartas de la mesa mientras me levanto a puro insulto y le pego un portazo en la cara a lo que está pasando. Así de cabreada estoy, así de emputecida, así de contenida.
No es la primera vez y ésta es la única razón por la que no mando todo al carajo, porque no sirve la bronca para tomar decisiones, porque nunca lo hice y no voy a empezar ahora.
Esta parte es una putada y juraría que escucho a la vida riéndose a carcajadas y disfrutando lo que me pasa y, aunque por momentos me superen un montón de cosas, mi arma más poderosa siempre fue la paciencia y la silente espera y nunca me falló.
Tiempo atrás eché las bolas a rodar y sé que no tengo que hacer nada más que solo respirar y estar alerta para interpretar lo que venga con claridad, aunque no me guste y aunque mis pensaciones me susurren, con malicia sibilina, que no es lo que ellas esperan.

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