18 de julio de 2014

Una recta

Paso tiempos redondeando ideas, estirándolas, separándolas y volviéndolas a unir. Así como paso tiempo tratando de materializar entre mis manos la realidad ilusoria de la inmortalidad y desmaterializando la verdad tangible de la muerte.
No hay nada más seguro ni más diario desde la primer bocanada de oxígeno, que la última, y, mientras los segundos se descuentan uno a uno, inexorables, indetenibles e imparables, en el camino se pierden sin remedio momentos que luego sólo serán memorables.
No hay manera de parar las agujas. No existe forma de detener la máquina una vez que está en marcha. Y es que la vida y la muerte son la distancia más corta entre dos puntos que me cuchichean, suaves y constantes, uno en cada hombro y cerca de mis orejas y me marcan la cadencia de esta inobjetable recta.

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