Estoy sentada viendo lo que acontece. Palabras de
Cortázar, Gurdjieff y Hesse se escurren entre mis dedos pálidos y fríos,
mientras los días languidecen, como languidece el ocaso de mi sombra con el
paso de las horas.
Mi mente busca en donde no hay nada que encontrar y
siento que me ensucio las manos de tanto hurgar. No hay tierra a la vista, no
hay lugar en donde anclar, debe ser por eso que hoy tengo que pensar qué teclas
apretar.
Aburrimiento, hambre, hastío, desgaste. Un coma cierto de
cuatro años, un lastre de puro y calcificado arrastre.
Tarda, todo en mi vida tarda en llegar. Tardo en digerir,
demoro el cerrar, guardo antes de tirar, estudio antes de soltar y siempre me
tienen que esperar, pero nunca tanto como en mi vida tardaron las cosas en llegar.
Lo que no está pasando por momentos nubla lo que camina a
mi lado. Tal vez esté pisando la soga de alguna historia y es por eso que no
puedo avanzar, quizás tenga que olvidarme de mí para encontrarme o perderme y dejar
de buscar.
Mis dedos recorren el relieve de las letras y hallan a
tientas lo que tengo para decir. No es mucho, sólo sé que es un proceso lento y
que mis semillas, aún bajo suelo yermo, siguen latiendo.
(Sigo caminando con
el alma cansada de dolores,
pero olisqueo el aire
y huele a flores)
1 comentario:
Estoy convencida de que la vida es buscar. El día que encontramos, nos empezamos a morir.
Publicar un comentario