11 de marzo de 2012

Dos semáforos en rojo

Había muchos finales para esta historia, pero la vida eligió uno,
y, como si los segundos hubieran sido cronometrados,
dos semáforos en rojo hicieron lo impensado.

Ella no dibuja planes en la arena, pero son sagradas la paciencia y la espera y por eso se toma sus tiempos, como se toma su tiempo su rosa en abrir, la tormenta en llegar, la luna en llenarse y el sol en salir.
A veces suele sentir que ya está, pero después se da cuenta de que no es así, y se halla otra vez tratando de sacar a flote la balsa en la que tiene metidos los pies, hasta que de tanto aliento se abre más el agujero y con el agua hasta el cuello deja que todo se hunda y suelta los remos…

Hoy la barca se fue al fondo del río
y a los remos se los llevó el recuerdo, de la mano del olvido
y con ellos dos semáforos en rojo y un saludo aturdido
y en la última página del libro
la sonrisa de Ella, bella firma de no haber perdido…

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

Hermoso, Amalia. Me hiciste emocionar.