1 de febrero de 2011

Le dicen

La asaltan, pegándose a su cuerpo como sanguijuelas, son muchas, demasiadas, tantas que no puede ni contarlas, tantas que no alcanza a sacar una cuando otra ya ocupa su lugar.
No sabe qué hacer, no hay siquiera un espacio en donde mire y no haya una pegada a su piel. Trata con los dedos de espantar la horrible sensación de ataque desmedido y desconsiderado, pero no puede frenar el increíble atrevimiento de impúdica invasión que tienen para someterla.
Quiere correr, pero el peso es tan grande que sus pasos se convierten en una grotesca y lenta burla suspendida en el aire.
Ignorarlas es imposible porque la presencia es tan ficticia como real y eso las convierte en nada cada vez que enfrenta a una, y así se le escapan y siguen estando sorprendiéndola cada día en cantidad y multiplicándose a medida que Ella fija su vista en alguna y la enfrenta.
Están, no puede negarlo, las ve, son fantasmas reales que la desacomodan y la desorientan, desbocando sin cuidado su esencia y despertándola de su sueño sin remordimiento.
Indecisa y en un dilema y llena de incertidumbre vacila con recelo sospechando suspicacias, celo y llena de abatimiento.

Deja de lucharlas y determinada las observa,
más su osada audacia las deja desnudas, y,
despojadas de adornos y carentes de ternura
le dicen que son dudas...

2 comentarios:

Adriana Fernandez dijo...

Guau!! Buenísimo!!! Es verdad... las dudas son como sanguijuelas... y nos van dejando sin sangre, sin aire si las alimentamos.
Muy bueno.

tu ichi dijo...

Es simplemente genial!! cuando lo termine de leer me sonreí, porque es tal cual. Te adoro mamma linda!