19 de febrero de 2023

Pasado

Hoy me preguntaba si podía escapar del pasado y después de darle vueltas al asunto llegué a la conclusión que no, porque tanto lo que vuelve como lo que permanece en el “olvido” forma parte de mí, a tal punto que ni siquiera aquellos que tienen enfermedades mentales progresivas pueden deshacerse totalmente de los recuerdos.
Ustedes habrán escuchado muchas cosas acerca del pasado: “que no hay que traerlo”, “que hay que ponerse a pensar en otra cosa”, “que hace mal”, “que no tiene sentido” o “que la vida es el presente”, ahora bien, no podemos negar bajo ningún punto de vista que hay lugares, olores, palabras, expresiones, gestos, eventos, cotidianeidades, ropa, comidas, costumbres, perfumes, objetos, fotos, animales, climas, paisajes y personas que ofician como la cerilla que enciende lo “olvidado”, y así, en una milésima de segundo somos transportados sin siquiera darnos cuenta al inmenso cementerio de la memoria.
Y acá me surge otra pregunta ¿es bueno o malo para mi vida “presente”? y la verdad es que si no puedo evitarlo, este cuestionamiento no es válido, sencillamente es algo que pasa y punto.
Sin embargo una cosa es pasearse por el cementerio de la memoria tanto cuando algo nos haya transportado hasta ahí como habiendo decidido hacer el viaje por alguna razón, y otra muy diferente es quedarse a vivir entre los muertos o lo que es peor sucumbir a la tentación de querer resucitarlos, ya que muchos de esos “olvidados”, y se los digo porque a mí me ha pasado, se “mal tiñen” de color rosa con el paso de los años.
Y para terminar les cuento que yo voy a mi pasado sí, y que también muchas veces algo me lleva, pero ya no me quedo, entendí que el presente es mi tierra.

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