Hoy quiero contarles que hace unos días recibí una de esas sorpresas que la vida me reserva, y fue tan rara que solo me quedó el perfume y en el aire un millón de palabras que no fueron dichas porque el tiempo apremiaba.
El respeto, eso sí, mantuvo la distancia, pero la intención contenida y lo que decían nuestros ojos pasaron durante cada segundo, todos los semáforos en rojo.
No tengo ni idea del porqué tan conveniente, ni tan ajustado al momento por el que estoy pasando, pero se me invitó con un acento encantador a no pensar y dócil, como jamás, decidí aceptar.
El respeto, eso sí, mantuvo la distancia, pero la intención contenida y lo que decían nuestros ojos pasaron durante cada segundo, todos los semáforos en rojo.
No tengo ni idea del porqué tan conveniente, ni tan ajustado al momento por el que estoy pasando, pero se me invitó con un acento encantador a no pensar y dócil, como jamás, decidí aceptar.
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