28 de marzo de 2021

Mi momento... tu momento


Son la 1.33 am., estoy vestida de negro hasta las uñas, no llevo puestos los tacos y no hay té sobre la mesa, lo que sí me prendería un cigarro pero más que nada porque las volutas de humo me llevarían con soltura a la cavilación profunda y me sacarían sin mucho trámite de esta duda.
Quiero decir que tendría que usar puntos suspensivos porque todo esto que está sucediendo vino con ellos, tanto como una costumbre como porque son sugestivos, pero me voy a reservar el derecho de usarlos para que no haya malos entendidos.
Vayamos a la cuestión. Sabrán ustedes que “pensar en voz alta” uno no piensa con cualquiera, y “pensar en voz alta” sin siquiera pensar lo que se dice, algo así como “sentir en voz alta” tampoco a uno le sale tan fácil, pero déjenme decirles que pasa y está pasando y ahí vamos deshilvanando momentos propios y ajenos, cuestionándonos rótulos, contándonos historias, riendo situaciones, frenando para no irnos al pasto y poniendo “desarrolle” como una invitación a bailar con lo sentido.
Entiendo que el gusto a susto ya está instalado pero también hay cosas claras que tranquilizan las aguas, aun así cerramos filas y levantamos puentes, sin duda acicateados por el miedo a sentir cómo de un segundo a otro la sangre que corre por nuestras venas puede convertirse en agujas de hielo para volver a destrozarnos por dentro.
Pero voy a ir cerrando, no quiero que se haga largo. Creo que lo que pasa no pasa por lo que sentimos sino por lo que pensamos y ahí es en donde la estantería que uno acomoda con tanto esfuerzo, tiembla. Y es que a veces no nos damos cuenta y elegimos estar lejos del corazón para evitar el dolor sin saber que es esa elección lo que duele. 
Pero la vida es sabia señores y se cansa de nuestras eternas cavilaciones y por eso cambia a cada “momento” y nos manda estos vientos que nos dejan parados en el medio de la nada, con el pelo revuelto y una sonrisa de intriga en la cara.

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