Languidece el último café del día y los tacos descansan
después del corto caminar de la mañana.
Hay ruido en el mundo en el que estoy, pero adentro mío habita
un hermoso y amable silencio que hoy me invita a la reflexión.
Siento que el medio siglo me paró frente a mí misma y me
dio a entender que para no morir sin haber vivido tenía que deshilvanar con
coherencia mi historia cambiando el eterno “porqué” por el “para qué” pasan las
cosas.
Así fue como abrí una enorme caja de Pandora de la que no
paran de salir a diario una variedad increíble de dioses y diablos que, a decir
verdad, no tenía ni peregrina idea de haber coleccionado.
De ahí a hoy me cuestiono cada situación, cada palabra,
cada lucha, cada lágrima, cada silencio y cada decisión.
El camino no es fácil, pero cuando veo que a cada paso
que doy hay alguien cavando un abismo a mis pies me digo: “Por acá es”.
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