Hoy tengo para decir que sigo con las botas puestas, que ya
terminé el café y que entre los dedos tengo el segundo cigarrillo que acabo de
prender.
Había empezado este relato diciendo que tenía poco tiempo,
pero cuando lo releí mis dedos se paralizaron sobre el teclado como avisándome
que había que revisarlo.
Convengamos que por una cuestión de orden el mundo se
rige por horarios, pero el punto no es ese, el punto que hoy quiero señalar es
que cuanto más cuenten los minutos, más les van a faltar y si a eso le suman para
restar (nunca tan bien dicho) que cada segundo que pasa no vuelve y que cada
tic tac los acerca irreversible e inexorable, al final, entonces y sólo
entonces van a entender lo perversas que pueden resultar dos agujas, mirándolos
divertidas e imparables, detrás de un cristal.