18 de diciembre de 2014

Balanceando

Este no fue un año de tacos ni de ojos pintados. Tampoco Ella se paseó mucho por mis letras, más bien permaneció callada, casi olvidada, como si a propósito y para que no me doliera todo tanto, me hubiera hecho a un lado.
Mis pasos, “titubeosos” a sabidas, fueron de sacudida en sacudida y mis manos, otrora briosas anduvieron con miedo por el consabido riesgo de ligar en cualquier momento y sin asco un hachazo en los dedos.
No faltaron los cambios ni las rutinas. Tampoco fui ajena a las renuncias, a las pruebas, a la búsqueda y a la basura, ajena y mía.
También se hicieron presentes muchas de “esas sorpresas” que siempre digo que no me gustan y tuve que hacer acopio de ánimo para tragarlas aun sabiendo que fueron derechito a alojarse en mi alma, como para no olvidarlas.
Balanceo mi estado de cuentas y veo ganancias y pérdidas, sumas que suman y sumas que aunque no lo crean, restan.
Por la ventana amanecieron más soles escondidos que días con destino, y se sentaron a mi mesa noticias desacompasadas, silencios en cascada, argucias blancas, verdades veladas y mudas palabras.
Sólo una vez he perdido los estribos, las demás cóleras pude manejarlas en forma calmada mordiéndome la lengua con paciencia acertada.
Durante este tiempo también se materializó la desesperación y la impotencia que implica ver más allá y saber que no debo hablar.
Todavía sigo caminando al lado de situaciones que no puedo revertir, fantasmas que no quieren partir, dudas sin digerir, relatos que debo parir, seriedades que no puedo obviar, muertos que pueden resucitar, escombros que aprenden a volar, nombres que no quiero escuchar, látigos que me niego a blandir, percepciones que tengo que probar, hechos que no puedo negar, tumbas sobre las que no voy a comulgar, torpezas que no quiero barrer, cosas que a la larga se van a manifestar, esperas en las que confiar, acicates que no voy a excusar, estigmas que no puedo borrar, especulaciones que rescindo hacer, armaduras que no voy a vestir, torpezas que no pienso admitir, resentimientos que espero humillar, crueldades que no voy a tolerar y cansancios que no voy a ocultar dibujando en mis labios sonrisas tristes para los demás.

Y al fin con el hilo de estas líneas logré coser el sayo de este año y aunque entre puntada y puntada hayan volado mis tacos todavía conservo el garbo y sigo caminando, con cuidado eso sí, para que no se me rompan dos sueños que después de tanto se perpetúan entre mis manos.

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