27 de noviembre de 2014

Documento en blanco

Dicen por ahí que hay que dejarse sorprender pero no estoy muy de acuerdo con eso. La verdad es que no me gustan las sorpresas y me encantaría esquivarlas, pero sé que no es posible por más empeño que le ponga, por más fintas o volteretas que haga.
El tema es que uno nunca termina de conocerse y ni hablar de conocer a los demás, tarea imposible si las hay. Por eso hoy el relato se llama documento en blanco, por eso hoy disiento con lo que “dicen”, por eso hoy escribo esto y por eso hoy mis dedos discurren por mi querido teclado, como aclarando.
Suelo ser breve y dejar mucho a voluntad del lector, y esta no va a ser la excepción. La cuestión acá es simple, llegué a un punto de mi vida en donde sólo creo en lo que ven mis ojos y en lo que cantan mis tripas, porque, como sí es bien cierto que a las palabras se las lleva el viento, he perdido a conciencia la audición.

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