Me gustaría inventar una palabra que le diera nombre a
esos espacios que suenan sordos en los oídos pero que para mí dicen más de lo
que a veces estoy dispuesta a masticar.
Muchos dirán que lo mío es brujería, invento o
imaginación pero voy a contarles algo: la vida me mostró y me sigue mostrando tanto
en esos milímetros vacíos que para no verlos hasta se me ha ocurrido escribir todo
de corrido.
Es que voy a ser sincera, secretos y muertos todos
tenemos, lo que no todos tienen es el maldito don de verlos. Y digo bien, para
mí es una maldición porque no sólo debo masticarlos sino que con la mejor cara
de estúpida tengo que hacer de cuenta que no los veo, cuando las explicaciones
o palabras a esta altura de mi vida carecen por completo de sustancia porque
los hechos ni siquiera me hablan sino que me gritan con toda el alma.
En fin, espero sepan comprender la altanería con la que
hoy me desnudé, cosa que no suelo hacer, pero me revuelve la estupidez y más
cuando piensan que yo me la voy a creer.