6 de julio de 2021

La cuerda

Hoy huelga la introducción y la puesta en contexto del relato, solo basta con decirles que me fui a mi centro nada más que para observarme un rato.
Si tuviera que explicarles lo que vi, dibujaría una cuerda suspendida entre dos paredes abismales perdidas entre la niebla a metros de altura, en el medio y haciendo equilibrio y, sin más aliento que imperceptibles susurros, yo sola, como jamás he estado.
Ni antes ni ahora hubo un solo plan.
Fui movida nada más que porque sentía la urgencia de volver a encontrarme conmigo, con mi sonrisa, con mi alma y con Ella y sus cinco escalones gastados.
Esta vez todo es diferente, no hay una sola cosa que me sirva de parámetro, no existe cuestionamiento que no me haga ni puerta que no abra y los miedos, que en estos meses me di cuenta que tenía, la vida se está encargando de matarlos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy por fín volví a caminar entre tus letras, en cada recoveco encontré desordenados pedacitos tu alma y te descifré agazapada, gritando en silencio que ahí estabas. Y caminé seguro en la penumbra inquietante que ofrecías, y después recorrí de punta a punta, una y otra vez, tu desafiante cuerda en las alturas. No tuve miedo a caer porque caminé sin pasos por esa obscuridad.
Hoy me invitaste sin saberlo, y acá estoy. El mapa de algunas almas cuentan, a veces, un poco más de lo que quieren. Parece que todo cambia para seguir igual, fuí un perro y aun soy un animal. Una vez más celebro tus letras porque sé que ahí estás. Ahora espero para leer el resto tu invitación formal. Gracias por el paseo de emociones en tu escrito.

Amalia Raimondi Razza dijo...

Gracias por tus palabras. Estás formalmente invitado a leer mis relatos.