14 de febrero de 2021

Mezcla perversa

Son las dos de la tarde y acá estoy, vestida hasta el cuello de negro y extrañando como nunca a mis laderos.
Quiero decir que me duele escribir esto porque todavía no lo puedo creer y porque resuenan en mis oídos la “mezcla perversa” que origina este relato, de palabras bonitas y destrato.
He pasado estos últimos ocho años (y mis escritos no me dejan mentir) justificando cada palabra, cada decisión, cada opinión, cada comportamiento, cada gusto, cada kilómetro entrenado, cada dolor, cada kilo, cada calor menopáusico, cada cambio, cada lágrima y créanme que una vez tuve que justificar mis carcajadas.
Siempre sentí que era una mujer con todas las letras pero esto me movió el piso y me hizo dudar de mi valor, de mi amor propio, de mi dignidad, de mi fortaleza, de mi determinación, de mi inteligencia, de mis habilidades, de mis decisiones y de mis elecciones.
Creo que haber dudado de mí es lo que más lamento, de ahí la angustia, de ahí mi desconsuelo.

No hay comentarios: